25.12.07

PURÉ DE SUPERMERCADO

Un cuento de Navidad

En días festivos, los supermercados son como hormigueros. Las largas filas de clientes al pie de sus carritos, algunos sobrecargados de víveres y otros con las rejillas desnudas, con dos o tres cositas en su interior, esperan impacientes llegar a la caja. Es víspera de Navidad y las ansias de salir de esta multitud le gana el ánimo a casi todos. Yo cargo solamente un pote de puré de manzana, y no tengo apuro. Observo las colas estáticas y a la gente que las atraviesa para alcanzar lo que necesitan comprar. Creo haber encontrado el lugar ideal para abandonarme un rato.

El puré de manzana ha sido un antojo de última hora. Me encanta, siempre me ha fascinado su mezcla de acidez y dulzura. Mi madre lo preparaba solamente en Navidad y aquí me tienen, capaz de afrontar la congestión de un supermercado atestado con tal de conseguir devolver ese sabor a mi boca. A mi hermana no le gustaba mucho, pero igual se lo comía. Hoy en día, debe ser uno de sus principales platos en estas fechas ya que no come ningún tipo de carne desde hace algún tiempo. Al principio me reí cuando me lo dijo, pero no se trataba de una broma. Asumí que me complicaba con eso la invitación a almorzar que le había hecho, pero no me amilané y le dije que almorzaríamos lo que quisiese, que un reencuentro después de tantos años merecía platillos que ella pudiese disfrutar a plenitud. Parecía que la idea le había agradado. Hice la búsqueda en internet y llegué a encontrar un pequeño restaurante de comida vegetariana, simpático, limpio, nada ostentoso pero muy concurrido. Obviamente no me guié de sus ofrecimientos on line y lo visité. Le iba a encantar.

Le hice la propuesta del almuerzo un mes atrás. Para eso la había llamado. Andaba trastornada por la cantidad de asignaciones que tenía que hacer en la universidad y yo tenía interminables jornadas de trabajo que, cuando llega el tiempo de Navidad, se desvanecen dejando mucho, demasiado tiempo libre. No recuerdo si fui muy insistente, creo que no. Recuerdo sí que ella no había perdido el buen humor, que a pesar del stress que le ocasionaba llegar al final de cada ciclo se podía dar el tiempo de charlar y reír y bromear. Ella es mi único contacto con la familia. Llevaba tiempo sin saber nada de ellos. No había malas novedades, por suerte. Hubiese querido saludar a mamá y a papá también. El pote de puré de manzana está helado y de tanto sostenerlo duele. Tengo que cambiar de manos cada cierto tiempo. La gente que quiere atravesar la cola escoge siempre mi lugar para pedir permiso y cruzar, casi sin excepción. Delante de mí o detrás, parecen haberse puesto de acuerdo para utilizar mi lugar como pasaje. No me hago problemas y sólo dejo el espacio suficiente para que los cruces no me desplacen tanto. El disco de villancicos suena a volumen moderado, pero se repite una y otra vez. Las cinco canciones que contiene ya aburren.

La señora que me sigue en la cola me ha pedido que le sostenga su ensalada Waldorf porque va a dejar su sitio un momento. Le acepto el encargo. Ahora mis dos manos están ocupadas. Veo que la señora avanza con dificultad entre la gente y desaparece. La cola aún es larga y parece no tener movimiento alguno. Las cajeras hacen su labor concentradas y acaloradas, con las mejillas rojas. Mi departamento no está muy lejos del supermercado. En realidad, sólo un par de cuadras nos separan. Vivo solo. La cena de Navidad, para mí, consistirá en este puré y un par de dvd’s que tengo por ver desde hace meses. El día del almuerzo con mi hermana, desayuné una taza de café sin azúcar. Yo no tomo el café sin azúcar, pero amanecí un poco nauseabundo. En el trabajo no había mayor complicación y la mañana fluía aceptablemente. Faltaban algunos minutos para las 12 del día cuando un mensaje de ella llegó a mi celular. Era una disculpa. Un malestar inoportuno. Una gripe. El mensaje no decía más. Conociendo su sentido del humor, respondí si es que se trataba de una broma. Ella me respondió que no, que además del almuerzo había dejado un trámite pendiente en la universidad que la tenía preocupada. Nada más. Pensé en que, luego, me enviaría una reprogramación, una propuesta para después de la Navidad quizás. No llegaron más mensajes. Ese día almorcé tallarines. Estaban buenos.

Llego a la caja con la ensalada de la señora. Al ver que no aparece, decido pagarla, con la idea de entregársela si es que aparece en el útlimo momento, tomando en cuenta la congestión de carritos, pero también con la alternativa de agregarla a mi plato principal si es que su desaparición se concreta. Hice el intento de llamar al celular de mi hermana antes del antojo del puré. Las timbradas fueron largas hasta que la grabadora de mensajes contestó. Intententé una segunda vez con el mismo resultado. Quizás para el próximo año, pensé. La cajera toma la ensalada y escanea el código de barras. Pero al coger el pote de puré, me indica que no cuenta con la etiqueta respectiva para poder registrar la venta, y que lamentablemente, por la congestión de las fiestas, tampoco hay personal disponible para que acuda en busca de un nuevo pote etiquetado. Observo la tremenda cola y entiendo que no hay más qué hacer. Pago la ensalada y me alejo de la caja pensando en el pote que ha quedado bajo la custodia de la cajera. Cuando empiezo a hacerme a la idea de que la ensalada será mi cena, aparece la señora, jadeante, sofocada por el trote que ha tenido que dar para alcanzarme antes de que salga del supermercado. La veo y, con mucha premura y delicadeza, le entrego la ensalada mientras intercambiamos sonrisas y ella me explica su demora, además de agradecerme infinitamente el haberle ayudado. Nos despedimos, deseándonos que la Navidad sea feliz y nos separamos apenas cruzamos la puerta. Luego, no mucho después, caminando ya la vereda de la cuadra del edificio donde vivo, me pregunto por qué es que no le cobré lo que pagué por la Waldorf.

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30.11.07


ODIO LOS VIERNES SANGRIENTOS, sobre todo porque me siento un idiota, idiota, idiota.

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14.11.07


Vivo insomne. Mis viajes en micro son travesías al subconciente, porque si vivo la vigilia la mayor parte del tiempo, cuando recorro las avenidas caigo en un hoyo negro, pierdo la conciencia.
Me duermo a la una, me despierto a las 6, nada del otro mundo, como la mayoría, como cualquiera, y sin embargo, vivo en una dimensión diferenciada, en una capa que todo lo distorsiona. Veo raro.
El micro me lleva. Llegará el momento en que no sepa si lo que veo es real o soñado. Que me cobren sólo medio si es que voy con los ojos cerrados, la cabeza caída y la baba destilando. No acepto boletos.

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26.10.07

Qué tienes, día de hoy?

Sí, qué tienes que me levantaste con energía inusual,
sin somnolencia ni legañas imposibles. Y en el peor
día de la semana, en teoría, para mí. Porque el trabajo
es un bloque de cemento -ni siquiera mármol- que
me sueltan encima hasta las 9 de la noche, por lo
menos.
























Hoy no tiene sol el cielo. Soy sincero, me va y me viene
si es que aparece por allá arriba. Pero de vez en cuando
me puedo permitir desearlo. Por aquí, hacemos asomar
un rayito.

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25.10.07


Es un ataúd con asientos. Un ataúd con asientos y ruedas, deslizándose con aparente control, hasta que la luz roja se hace verde ante los ojos del conductor, hasta que se enoja y no le da la gana de parar, hasta que se da cuenta que sus tiempos no cuadran. De lo que nunca se da cuenta es de que hay otros humanos con él. O se da cuenta pero no le interesa. Juega a ganador, no piensa que va a perder... hasta que pierde él y todos lo que lo acompañan. Paguen con sencillo.

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25.9.07

Un cuento que tiembla

No es original escribir sobre un fenómeno natural, ya sea usándolo de pretexto o como centro del argumento. Menos aún utilizando uno que está fresco en la memoria, y que originó tanto dolor. Se me ocurrió simplemente y le estuve dando algunas vueltas hasta que quedó un borrador casi final. No le llamo definitivo porque aún no le pongo título -en mi máquina se titula nuevo 3. Y se me ocurrió también colocarlo en el blog para ver si es que alguien se anima a leerlo, opinar o, si los inspira, ponerle título. Es corto. Ojalá lo leas... y opines.


NUEVO 3

Fue la lámpara que colgaba del techo de la sala lo que hizo desviar su atención. El cable, de unos diez centímetros, se balanceaba suavemente. Se mecía.

No me estarás mintiendo, ¿verdad?. Ella se lo dijo disimulando un poco el temblor inoportuno de sus labios resecos, cuarteados por el sol de la mañana. Había recorrido todo el centro comercial, tienda por tienda, buscando no sabía qué. Quizás nada. Compró un par de zapatos muy parecidos a unos que ya tenía. Los vio en la vitrina y supo al momento que los necesitaba. Realmente muy parecidos, casi los mismos. Ni siquiera se los probó. Vio la talla y los pagó. Fue lo único que compró.

Ella le pidió que observara lo que pasaba. Pero antes de que él llegara a soltarla del todo, antes de lograr girar el cuerpo para ver la lámpara, la ventana a su lado empezó a vibrar, a sacudirse dentro de su marco.

Parecía una excusa tonta la que le había escuchado. Ella tenía una teoría: las invensiones, cuando involucran sentimientos, se pueden detectar. Las historias poco sólidas le generaban, de inmediato, pequeños calambres en el pecho. Y nunca fallaba. Este caso no era exactamente de aquellos, pero se sentía inquieta. Él reía. Se había explicado no hace mucho y, a simple vista, tenía la apariencia de quien está seguro de haber aprobado un difícil examen. Pero ella le conocía la sonrisa, y no le gustaba. No era un gesto de diversión. Y lo peor de todo era que le hacía dudar. Además, y esto sí era lo peor, le había visto demasiadas veces seguidas esa mueca en los labios en los últimos dos años.

Luego, fue sencillo entender lo que sucedía, pues el piso, la refrigeradora, los adornos, todo se tambaleaba, se sacudía, crujía.

Cholita -dijo él acercándosele y tomándola de la cintura, susurrando las palabras-, por favor. Ella le miró a los ojos. No se había definido la sensación en su pecho y empezaba a creerse exageradamente fiscalizadora. Una “caza problemas inexistentes” como le decía él todo el tiempo. La indignaba escuchar eso, pero quizás tenía razón. Confiaba demasiado en sus instintos, en ocasiones dando la contra a cualquier prueba material, generándose así un conflicto que la torturaba. Atenazada entre sus brazos, se dedicó entonces a respirar su aroma, y todo se vio, de pronto, en un color distinto al gris que había estado amenazando. Algunos segundos después, empezó a abandonarse en él.

Cayeron el frasco largo para los fideos que descansaba sobre la refrigeradora y el florero con la cucarda de plástico en la repisa del baño. Reventaron ambos sobre el suelo. Los discos apilados se esparcieron sobre el piso de la sala, llegando hasta el pasadizo. Ella tuvo el impulso de abrazarlo pero él se dio media vuelta rebuscándose los bolsillos del jean. Una vez con las llaves, se abalanzó sobre la puerta del departamento y le gritó a ella apúrate. Desapareció de su vista. Ella se acercó a la puerta tratando de pisar firme, paso a paso, pero se detuvo bajo el umbral. Desde allí, estirándose hacia la escalera, lo vio saltar los escalones del último tramo y, luego de dar dos pasos más y mirar tras la ventana del pasadizo, lo vio alcanzar la reja eléctrica, luchar para desatascarla y pisar la vereda, la pista, el espacio abierto.

Él, a buena distancia, volteó a mirar el edificio que parecía de hule por la manera en que se movía. No podía ver la puerta del departamento en el tercer piso. No podía ver que ella lo veía con claridad.

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17.9.07

El cuerpo a veces fastidia. Ya antes he comentado cosas aquí sobre mi cuerpo. Cómo duelen las piernas o la forma en que mi corazón, a veces, pierde el ritmo. A eso tengo que sumar los dolores de espalda, más que frecuentes, o los hincones que trastornan mi oído -gracias audífonos-. Es por eso que, creo, hay ratos en los que creo me quiero salir de él.

Es una sensación de descontrol. Tengo que mover las piernas como tratando de erguirme, o reacomodar los huesos del cuello o la cabeza con movimientos bruscos, abrir y cerrar la mandíbula, todo para evitar irme. La piel es más sensible. Algo me abruma y sube. No se me acelera el corazón, no me duele nada, pero caigo en un estado de pánico que, con justeza, logro mantener a raya y apaciguar de a pocos.

Irme. No sé si tenga que ver con morir, pero debe ser algo así. De mi cuerpo trato de salir, es la única conclusión a la que puedo llegar. El último sábado me sentí así por varias horas. Creí que no iba a poder salir de ese estado, pero todo pasó al anochecer.

Aún no me quiero ir.

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13.9.07

Chifa, te encantalá.

Estoy repleto. He tragado chifa como cerdo, y se suponía que hoy no iba a comer nada porque vengo de estar afectado del estómago hace días. Pero como era ocasión especial, atraqué. No porque se tratara de un día 13 -he escrito aquí antes, creo, acerca de mi relación con ese número-, sino porque tuvimos visita en casa y se nos ocurrió chifa. Si se trata de elegir, antes que chifa siempre pienso en cualquier otra cosa, pero esta vez ganó la comida china-peruana.


Qué feo párrafo. Escribir sobre lo que acabo de comer creo que es el punto más bajo de mi falta de inspiración. Tengo más para los post de la pichanga dominguera que para comentar algo de mi vida. Triste. Sueño. Casi 20 para las 12. Deprimente el panorama. No tanto como esta foto, pero algo de pena tiene.




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8.9.07

Crónica de mitad de semana

4.9.07

Hace días que no tengo ganas de escribir.

No sé qué escribir aquí.

No encuentro el tema.

No encuentro la anécdota.

Pasan cosas, pero no puedo transformarlas en palabras.

Mudo estoy.

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23.8.07

Día mojado. Casi no paró de lloviznar, de garuar, porque hablar de lluvia no es hablar de Lima. Es una salpicadera fastidiosa, que moja por insistencia. Persistente la condenada. Denle un par de minutos y ni la notarán. Pensarán que se trató de una ropa mojada sacudida por el viento, de la que se desprendió algo de humedad, o de alguna persona jugando con sus manos recién lavadas. Pero que es persistente, lo es.

No salí mucho hoy. Sólo durante la tarde. Fueron en total como 3 horas. Mis zapatos se impregnaron de barro, mi pantalón también. Nada en especial sucedió. Me embarqué en la San Germán para llegar hasta la Av. Argentina, en donde por una china me dejaron en Minka. Fui a cobrar una plata, sólo eso. El camino lo dormí prácticamente. Cabeceadas al frente y una hacia atrás que me dejó más adolorido el cuello -los días anteriores sufrí el mismo dolor, pero amplificado, por un par de esas cabeceadas hacia atrás, tan violentas que reproducían algo parecido a una guillotinada-. Por suerte no degeneró en un dolor de cabeza. Después de recoger la plata, tomé otra de esas combis de a china y, luego de sentarme, me noté rodeado de camaradas. Entre ellos se hacían bromas. Empezó a sonar un celular y uno contestó. Otro le dijo: ¿Pa qué contestas?. No compare -decía el primero a quien hablaba del otro lado de la línea-, te has equivocado. No contestes, dijo nuevamente el segundo. Luego una cireada a una mujer policía apostada en alguna parte del camino. Risas. Chacota. No vuelvas a contestar. Cuando bajé en la Av. Faucett me sentí aliviado. Ahí la San Germán otra vez.

De ahí un par de apremios con un diseño en la oficina y luego de nuevo a la calle, ya como a las 5:30. Todo oscuro, apariencia de 6:30 por lo menos. Garúa, mucha, carro lleno, un Evifasa, hasta casi la municipalidad de Los Olivos. Visité a una doctora, cirujana plástica. Fue una reunión inusual. Ella no tenía voz. Me dijo en un principio que no podía hablar, así que lo hice yo. Pero, aún sin voz, ella hablaba. Y hablaba, y preguntaba. No se estuvo callada nunca. Recibió una llamada de celular, además. Buena gente. Hasta bonita. Pero hablaba sin voz. Era menos que un susurro. Terminamos casi 20 para las 7 de la noche. La calle otra vez encharcada, el cielo salpicando. El cielo negro. Caminé la cuadra que me separaba de Antúnez de Mayolo. Esperé un rato. Todo Universitaria, La Marina, Plaza San Miguel, Javier Prado, La Molina. Ya arriba, jugando a equilibrista, me puse los audífinos para aguantar el camino a casa.

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22.8.07

DOS MINUTOS

En dos minutos recordé cada una de las caras de toda mi familia.
Pensé, antes que en nadie, en Ella, de quien no sabía dónde estaba.
Durante esos dos minutos, creí que pocas cosas a mi alrededor quedarían en pie.
Creí que, quizás, el peso de mis miedos caería sobre mí hasta destrozarme.
Pensé, en esos dos minutos, que era la primera vez que realmente el piso se me movía, intentando hacerme caer, sin conseguirlo.
Pensé que nada sería como antes.
Para más de 500, ha sido así.
En 120 segundos puede cambiar todo. En 100, en 50, en 2 segundos.
Para la siguiente será. Esta vez, tuve suerte.

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3.8.07

12 HORAS

Estoy cumpliendo en estos momentos 12 horas de chamba. Estoy en la oficina aún, viendo que confirmen los avisos que he enviado. No pienso contar más de las 12 horas porque como me he metido al blog a postear esto como que ya no es chamba, no? Ya terminó la jornada.

Los viernes son harto difíciles. A ratos insoportables. Suena el teléfono fijo, suena el celular, llegan 4 correos electrónicos solicitando atención, llega gente de la calle pidiendo lo mismo, algunos exigiendo con algo de prepotencia y mala cara, yo tratando de diseñar lo que puedo y teniendo además dos diseños por atacar. A veces me aloco y pierdo el control. Otras, logro sobreponerme y la energía la consumo en velocidad para solucionar todo en poco rato.

Hoy, por ejemplo, no he estado de ánimo para responder con eficiencia. Mal, pero es la verdad. La mañana pausada, y yo que estaba medio somnoliento, contribuyeron a que los momentos de alta tensión me cogieran mal parado. Pero, como el balsero que vence al mar para llegar a la costa, como la ancianita que apura sus pobres pasos acortados por un mal de cadera mientras ajusta porque se orina y alcanza el water, o como el pelotudo que cruza la Túpac Amaru cuando el semáforo está por cambiar y tiene que pegar largas zancadas antes que le chanquen el culo, así como ellos yo he sobrevivido un viernes más. AMÉN.

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30.7.07

ALGO SOBRE ROBOTS


Vi TRANSFORMERS y, pues, no me satisfizo. Es decir, resulta que soy un entusiasta de los blockbusters. Crecí esperando en la cartelera las grandes películas de ciencia ficción y efectos especiales con sus secuelas -Star Wars, Alien, Terminator, Star Trek-, así como cualquier película hecha para la masa, de esas que tienen inversionistas que se llenan de plata usando más de las veces guiones flojos y desenlaces facilones. Luego, con los años, amplié mis gustos y probé del cine serio, cine de autor o como quieran llamarlo... he probado de todo tipo de cine en realidad, veo de todo, y a veces quedo fascinado por películas por las que nadie da un céntimo. Y no pues, no me van a decir a mí que TRANSFORMERS es un buen blockbuster. Encima me veía todos los dibujos animados que repletaban las parrillas de los canales de tv locales en los veranos de los ochentas -obviamente los TRANSFORMERS era un fijo en mi "menú"- y tratar de conciliar lo visto ahora con lo visto en aquel entonces es imposible. Y digo esto porque para este niño la historia de los robots en dibujos animados resultaba estimulante, emocionante, graciosa. Nada de lo que es ahora. Claro, en aquel entonces no era difícil tragar cualquier cosa también, pero la tarea estaba, creo, en hacer que la historia supere la primaria, actualizarla, no sé, darle una vuelta de tuerca, y eso no se logra con efectos especiales.

Cierto, los efectos son impresionantes, de lo mejor que se ha hecho hasta hoy, pero... Me quedo con la primera parte, la del ataque a la base militar en Qatar si no me equivoco. Después de eso, lo mismo de siempre, todo previsible. Diálogos aburridísimos -no pido tampoco un guión tipo Sospechosos Comunes ni Pulp Fiction, pero por lo menos que no parezca ya escuchado y visto miles de veces antes-, situaciones bobas -absolutamente todo lo que concierne al papel del gobierno de los Estados Unidos y sus "empleados", los hackers, el cubo- y la duración de la película -más de dos horas es un martirio- es una mezcla que decepciona. El combate final me prometía mucho, pero da tantos giros la cámara, dan tantas vueltas Optimus Prime y Megatrón, que todo es confusión y los detalles se pierden. Es más, creo que estaba muy cerca de la pantalla porque, cuando aparecían los robots compartiendo escena con los humanos, el granulado de la proyección cambiaba y hacía notorio el pegado de los efectos.
Además, hay tantas pausas de "trascendencia" (ej. y disculpen el spoiler, aunque dudo que lo sea estrictamente: la chica se acerca corriendo al chico, quien está a punto de correr para tratar de cumplir una misión suicida, para decirle, música trascendente, que no se arrepiente para nada de haber subido al auto con él, amarrando "ingeniosamente" el diálogo con otro espectado hacia la mitad de la película y que, previsiblemente, buscaba dejar abierta la posibilidad de retomarlo más adelante, como finalmente ocurre... besito rico y vaya y corra, pero no tanto porque fijo que te salvas, sino ya para qué seguimos con la película) y discursos, ya a esas alturas ridículos, para reafirmar la bondad de uno -Optimus- y la maldad del otro -Megatrón- que toda la adrenalina que supuestamente debía fluir en la secuencia se diluye. Ni qué decir del fin de bronca, que me pareció recontra facilón.

Una pena, al menos para mí. En la función que presencié hasta aplausos escuché, y no era de niños. Obviamente habrá secuela, seguro un par más. Es un hecho también que iré a verlas -dios mediante-, aún esperanzado en un cambio positivo. ¿Lo habrá? Una inquietud me surgió al final de la proyección: ¿y si estos TRANSFORMERS no hubiesen hablado tanto y se hubiesen dedicado más a la acción?

Pd. Hay que recordar el nombre de Megan Fox, Megan Fox, Megan Fox, Megan...

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24.7.07

sombras nada más

19.7.07

Cosas que pasan

Hace un par de días sucedió algo y me hizo pensar. Además de atemorizarme, se quedó en mi cabeza y me hizo pensar. Yo trabajo en una oficina que tiene un mostrador para atender a la gente de la calle. Queda en San Martín de Porres. Ya no era la hora del almuerzo, pero mi comida recién llegaba en manos de la señora que la prepara. Ella se encontraba recibiendo mi moneda de 5 soles -el menú cuesta 4, a veces, porque si le agrega flan cuesta 6- cuando, de pronto, entra un muchacho.
Pelo húmedo, casaca grande y acolchada, mochila -hay una universidad cerca, así que es común verlos así-, chato. Me pregunta a cuánto el dólar. Lo tomé con humor. No podía creer que fuese tan ciego. En la entrada hay un cartel que indica que la oficina no es casa de cambio, pero en fin, le contesté igual. No somos una casa de cambio. El chato no cambió la expresión de su rostro, tranquila, sin sonrisa. Blanqueó los ojos, se dio media vuelta y se fue. La señora del menú parecía haberse divertido también con la equivocación del tipo. Pero fuera, en la vereda, una pareja de universitarios -aparentemente estos sí- no parecían compartir la diversión.


Les pregunté qué deseaban porque se habían quedado petrificados en el umbral de la entrada. Nos podemos quedar un ratito, dijeron, es que es un choro. ¿Un choro? dije pensando en un transeúnte cualquiera. Sí, el patita que entró nos enseñó una pistola en la cintura y algo dijo al irse, pero no le entendí, dijo el universitario.
Lo tomé a la risa al principio. La señora del menú dijo en voz muy alta: ve, con la cara de menso que tenía. Sí pues, asentí, menso. Ahí nomás ella se fue, casi junto a la pareja que aún andaba asustada. Yo agarré mi plato y me senté cerca de las computadoras para comer. No despegué la mirada de la comida mientras me llevaba el tenedor a la boca una y otra vez. Pensé lo fácil que pudo ser para el chato aquel sacar el arma de su cintura y amenazarme, obligarme a abrirle la reja que, supuestamente, nos da seguridad. Lo fácil que hubiese sido para él jalar el gatillo porque, sencillamente, le dio la gana de hacerlo. Lo fácil que pudo ser para él agregarme a las estadísticas de víctimas de asalto en San Martín de Porres -uno de los distritos más afectados por toda clase de crímenes en Lima-, cambiar mi presente, y el de mis cercanos. Pudo borrarme, si quería. Y no pasó. ¿Pasará? ¿Cuándo?

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8.7.07

AUCH!!
Argentina 4 - Perú 0
Mejor me voy a dormir.

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Foto fuente Wikipedia.

Y A PESAR DE TODO, NO PODEMOS EVITAR TENER LA MISMA FE. ¡¡VAMOS PERÚ!!

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3.7.07

ERA NECESARIO SUFRIR ASI CON BOLIVIA? o A 6 MINUTOS DE UN FRACASO MÁS o QUÉ TIENE URIBE EN EL CEREBRO??

A ver. En primer lugar, no es que Bolivia sea un equipo de segunda ni nosotros lo contrario. Es más, los dos estamos -basta recordar nada más nuestro pasado y presente inmediato en todas las escalas del fútbol profesional, salvo la Sub 17 (creo que no se considera esto profesional) y su clasificación al mundial de la categoría- al mismo nivel. Lo que sucede es que NO SE PUEDE JUGAR TAN... COMO DECIRLO, LA PALABRA NO ES MAL... QUIZÁS LA PALABRA SEA TORPE?... suena suavecita... IMBÉCIL?... no queda esa palabra creo... BRUTA??... no hay palabras para describir lo sucedido.

BOLIVIA MERECIÓ MEJOR SUERTE!! Nadie que haya visto el partido podrá decir lo contrario, pero hoy, como casi nunca sucede con Perú, hubo suerte. Eso es, empatamos de suerte. Porque apareció Pizarro -por fin!!-, porque ese segundo gol llegó en posición adelantada -vean la repetición, cuando Mariño lanza la bola Pizarro está un par de pasos por delante de la defensa boliviana-, porque Bolivia perdonó por lo menos tres veces, porque Uribe hoy día se comió la ruda en ensalada y el estropicio que hizo con la alineación no lo llevó al fondo del abismo. Perú, así como jugó, no le ganaba ni al equipo de fulbito con el que juego los domingos, por Dios. Qué falta de categoría, de huevos, de profesionalismo en una palabra. Qué suerte tuvimos hoy.

QUÉ LE PASA A URIBE!! qué le pasa para experimentar cuando menos debía, para subestimar a Bolivia pensando que con la inclusión de Villamarín, dejar de lado a Acasiete y probar con Ismodes -está verde, no era el momento, para eso hay partidos de preparación, pienso, no?- iba a vencer a una Bolivia que ya había dado muestras de su competencia al empatar con Venezuela y perder ajustadamente con Uruguay. Porque Uribe quería ganar, PERO ASÍ??

Ahora vamos a la siguiente fase a que nos crucifique Argentina, eso es más que seguro, salvo algún buen resultado de Uruguay con Venezuela. Y pensar que con el 3-0 a Uruguay ya nos veíamos alzando la Copa América. Para el siguiente partido el cambio, definitivamente, tendría que ser Uribe, pero como no se puede a estas alturas, pues no queda otra que empezar a buscar el rosario de la abuela.

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1.7.07

27.6.07

3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 Feliz 3-0 atrasado3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0 3-0

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25.6.07

Memorias de microbús

No sé por qué es que se me vino a la mente hoy. Estaba acomodado en un asiento de microbús, sobre la llanta derecha de atrás. Eran casi las 9:30 y el frío asesino que nos acompaña a diario últimamente caía a pelo con la noche húmeda. Hace dos horas nomás.

Tendría 10 años creo, ú 11. Recuerdo con claridad que estaba en la cocina de la casa de mis padres, era también de noche, y mi mamá preparaba algo en una olla, o calentaba la comida. Mi hermana estaba a su lado o quizás recién llegaba a esa ubicación. Yo estaba molesto, rabioso, iracundo. Acababa de decirle a mi mamá -es más, la última sílaba no había abandonado todavía mi boca-: POR TU CULPA, CUANDO SEA GRANDE, VOY A MATAR GENTE, cuando la mano derecha de mi hermana, mayor que yo 7 años, me torció la cara. La primera bofetada de mi vida. ZZUUUAAAAÁ!!! Carajo que me dolió.

Me quedé respirando con odio, haciendo un ruido de toro embestidor. Mi mamá me dijo algo más, seguro, recriminándome y al mismo tiempo confirmando que había hecho los méritos necesarios para ganarme un fabuloso cachetadón. Mi hermana, ni que se diga; creo que me dijo algo así como NO DIGAS ESTUPIDECES, pero no estoy seguro. El recuerdo es muy nebuloso.

Lo gracioso es que lo que menos recuerdo es el por qué. Por más esfuerzo que haga no llego a alcanzar esa caja negra que contiene la razón de mi terrible -por lo criminal y, cómo no, por lo desacertado- pronóstico. ¿Cómo es que llegué a esa sentencia escalofriante? Dentro del micro comencé a reir. Hasta me sonrojé. Las cosas que se le pueden ocurrir a uno cuando se es chibolo y no se tiene más preocupaciones que simplemente joder.

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23.6.07

a lapicero, en un pequeño espacio libre.

17.6.07

Día del Padre

Padres.

No soy uno. No lo seré, eso es casi un hecho.

Extrañamente tranquilo el día. Mi viejo no es muy adepto a la calma, pero hoy, en su día, decidió él regalar. Y nos regaló paz. Se agradece.

Me muero de sueño. Me muero nada más.

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10.6.07

HAY DOMINGOS QUE, LA VERDAD, SON PARA PONERLOS EN UNA BOLSITA Y DEJARLOS EN UNA ESQUINA, BIEN LEJOS DE CASA, PARA QUE NO SE LES OCURRA REGRESAR.

QUIZÁS EXAGERO. NO SE TRATA TAMPOCO DE UN MAL DOMINGO. HE TENIDO MI RATO PARA HACER LO QUE NORMALMENTE NO HAGO CON TRANQUILIDAD. PERO HA SIDO UN RATO EFIMERO.

NO HE IDO A JUGAR FULBITO, COSA QUE YA ES UNA TRAGEDIA. DESDE EL VIERNES EN LA NOCHE EL FRIO DEJÓ EN MI GARGANTA UNA MALA SEMILLA, DOLOROSA, CAPAZ DE DESCOMPONERME COMPLETO. HOY HABLO CON CIERTA RONQUERA -esto bien podría ser parte de Historias Clínicas- Y LOS DESINFLAMANTES ESTÁN LOGRANDO SU COMETIDO -para los antibióticos creo que hay que esperar hasta mañana, porque los empecé ayer-.

Y AHORA ME VOY A UN LONCHE AL QUE NO LE TENGO GANAS. NO DE UNA MANERA DESCONTROLADA Y BERRINCHUDA TAMPOCO, PERO NO ESTABA EN MIS PLANES. SE PRESENTÓ Y YA. Y CUANDO SE PRESENTAN ASÍ LAS COSAS QUE NO DESEAS, POS... ES QUE ME QUERÍA IR AL CINE. DESDE AYER ESTOY ASÍ. ELLA IBA A TRABAJAR AHORA -lo va a hacer todavía- Y NO PODÍA IR, POR LO QUE IBA A APROVECHAR PARA VER ALGO QUE NO LE GUSTARA. PERO ASI SON LAS COSAS.

AHORA ELLA ME ESTÁ MIRANDO DESDE ATRÁS, VIENDO QUÉ ESCRIBO Y DE ALGUNA MANERA DICIÉNDOME: YA VAMOS CURUJU. ASÍ QUE HASTA AQUÍ NOMÁS. ¿QUÉ HABRÁ DE LONCHE?

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3.6.07

HISTORIAS CLINICAS

La semana anterior, un tío mío murió tras una realmente penosa enfermedad. Un cáncer, esa enfermedad que te imaginas que nunca tendrás porque "cómo va a ser si me siento bien". Bueno, él lo padecía desde hacía buen tiempo y era ya un anciando cuando se la descubrieron. Él no era peruano, era esposo de una hermana de mi papá, la misma que murió en los noventa. Y murió de cáncer también. Bueno, no voy a escribir sobre el cáncer.

Esa misma semana, mi sobrino fue internado en una clínica por una fiebre furiosa y un dolor de cabeza insoportable. Su madre, mi hermana, lo había descubierto quejándose durante la noche, blabucenado incoherencias, delirando. Durante el día pensó que todo estaba controlado porque una pastillita había ayudado a bajar fiebre y dolor, pero ambos volvieron con fuerza pasadas unas horas y ella decidió lo de la clínica. Luego de varias pruebas, determinaron que era Meningitis. ¡¡¿¿Qué??!! dijimos todos. Calma, que no panda el cúnico. No era muy grave, parece que no del tipo contagioso, pero sí merecía ciertos cuidados para evitar posibles contagios. Además, la clínica no lo puso en cuarentena y eso decía mucho. Salió a la semana. Lo fui a visitar antes. Es un muchacho fuerte, tiene 16. Flaco, más que yo, pero fuerte.

Una semana antes de esa semana -o fueron dos-, yo estuve a punto de operarme de una hernia. Había tomado un viaje de vacaciones de una semana al Cuzco, con Ella, un viaje espectacular -con una experiencia de terror también gracias a un huayco del que no voy a comentar más por ahora, quizás nunca aquí porque ya fue-, y faltando un par de días para volver, quizás por "ciertos esfuerzos físicos", descubrí un bultito al lado de mi pene que al pasar de una hora aproximadamente se escondió. Hernia dije. Hernia dijo el médico que me examinó ya de vuelta a Lima. Como tengo un primo médico, le pedí que me contactara con un doc para operarme. Me dijo pues que el esposo de una prima, un medicazo, podía ser el indicado. Como es médico de un nivel extrasuperior, nunca me imaginé que fuera a dedicarle tiempo a una hernia. Pero sí, podía hacerlo y me dijo, cuando le llamé, que lo visitara para examinarme primero. Luego de bajarme los pantalones y mostrarle el lugar exacto donde había aparecido el bultito, me miró con cara de desconcierto. Pero no veo nada, me dijo. Es que se escondió, le dije. Tomó un ecógrafo -una enfermera lo asistió y daba vueltas pasándole lo que necesitaba y yo con las bolas al aire- y pasó y pasó el aparatito y, pos nada. Nada, me repitió. ¿Seguro que la viste?, me preguntó. Claro pe, dije peruanísimo. Me explicó que de nada valía operarme porque lo más seguro era que no encontraría nada. Que tomara un desinflamante y siguiera pa delante. Me fui aliviado. Y pensando que hay médicos que aprovechan lo mínimo para sacarte plata sin asegurarse primero que realmente necesitas de una intervención. Ufff, me salvé por un pelo.

Ay, la salud.

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24.5.07

FUI A VER UN PASTOR, Y TERMINE MIRANDO AL PIRATA

Anoche había planeado ver por fin EL BUEN PASTOR, película que se me había escapado en los últimos días. Pero cometí un craso error: revisé la programación cinematográfica en un periódico del martes. Decía que había función 9:30 p.m. Y yo creí.

Cuando llegué al Cinemark de San Miguel con Ella, casi me da patatús en la boletería cuando me dijeron que no había ese horario, y en efecto, en sus pantallas no aparecía por ningún lado el horario de 9:30, solamente uno de 2:40 de la tarde para EL BUEN PASTOR. ¿Qué había pasado además de que ellos tienen total derecho de cambiar sus programaciones de un día para el otro o en el mismo día? Pues pasó PIRATAS DEL CARIBE: EN EL FIN DEL MUNDO.
Pre-estreno. Claro, un evento como el estreno de tremendo y esperadísimo blockbuster no se podía aguantar hasta el día oficial de su estreno, e ingenuo yo, no se me ocurrió que eso sucede con TOOOOODOS los blockbusters. Se comieron el horario de mi película. Así que no me quedó otra, ante el entusiasmo de Ella por ver a Jhonny Depp amanerado hasta lo insoportable durante más de dos horas. Tal fue su entusiasmo que se quedó dormida buena parte de la película -mucha chamba, pobre-, y yo casi también.
Y no es que la película sea aburrida (aunque -disculpen sus fans- superar a la segunda, que sì me pareció extremadamente aburrida, no debía ser tarea difícil), pero como que se enreda consigo misma -se supone que la segunda parte está fresquita en la cabeza de la gente como para concatenar fácilmente sus hechos con ésta tercera, pero, vamos, son 2 años de diferencia!!... o el enredado fui yo?- y da la impresión de que ya no saben qué más sacar del sombrero para sorprender a la platea.
Depp sigue en lo mismo -planean encima hacer películas sobre Jack Sparrow, dios!!-, y los demás aportan las caras y sus cuerpos para adornar la acción. Todo eso termina pareciéndose a esos postres que, de lo tan dulce que son, terminan empalagando. Hay momentos que me arrancaron buenas risas, y otros que me hicieron pestañear, pero supongo que como producto debe funcionar de maravilla, ya que el 90% de la sala salió, aparentemente, satisfecho. Debo decir, eso sí, que el final me sorprendió algo puesto que tiene una variante, menos happy end, y que deber servir para mantener la puerta abierta para continuar la saga -dios!!-. Bueno, con tal de que siga apareciendo en pantalla grande Keira knightley, todo se permite.


Supongo que con EL BUEN PASTOR, por la hora más que otra cosa, habría pestañeado igual, o peor. Sólo espero poder verla antes de que la quiten.


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23.5.07

... CHES, PERO AHORA NO PUEDO ESCRIBIR!!

Estoy en la chamba. Será más tarde. Ojalá se me ocurra algo. Ojalá.

CIERRO EL PARENTESIS

Lo cierro, porque se abrió casi sin darme cuenta. Y como ya me di, he decidido tomar la decisión de cerrarlo. Cerrado, se acabó, punto y paréntesis. A escribir pue.

2.5.06

La misteriosa desaparición de mi revista

El día sábado recogí el periódico a las 8 de la mañana. Casi siempre lo recojo a la misma hora. Lo recibo los días martes, jueves, sábado y domingo. El repartidor lo tira tras las rejas del edificio con un papel donde está anotado mi nombre y el número de departamento. Yo estoy en cuarto piso.

Lo recogí y noté que el diario tenía un tercio de cuerpo fuera. Esa parte estaba húmeda porque había lloviznado de madrugada. El plástico que envuelve el periódico también lo estaba. No le di mayor importancia. Llegué a la puerta del depa fatigado, como siempre. Caminé hasta el dormitorio pensando en el baño. La deliciosa sensación de evacuación se hacía imparable. Saqué el diario y empecé a buscar afanoso la revista de los sábados, por la que incluí los fines de semana en la suscripción. No estaba. Sólo un par de catálogos. La revista no estaba. Mi sistema canceló de pronto la entrega de desperdicios.

Salí del depa y bajé lentamente, examinando imposibles rincones en las escaleras. Llegué al punto donde encontré el diario. Nada. Pusé mis manos en la cintura y dejé mi cabeza inclinarse hacia adelante. Volví a subir decepcionado.

No es la primera vez que se extravían sobres o papeles que llegan al edificio desde que hay nuevos inquilinos en el primer piso. Es demasiado prematuro culparlos de la desaparición de la revista, pero los antecedentes ayudan en algo a incriminar. Pruebas no hay. Bien pudo el repartidos haber olvidado agregar la revista. Para tantear la posibilidad hice algo.

En la reja de entrada del edificio puse una nota pegada con cinta adhesiva. Señor repartidor, ayer sábado el diario llegó sin revista. Le agradeceré rectificar. La pegué pasada la medianoche. Me acosté pensando en ello. El domingo desperté, como alertado por la obsesión, a las 6:20 de la mañana. Me senté al borde de la cama aún envuelto en perezas. Me abotoné una chompa -la humedad era alta- y caminé hasta la ventana que da a la calle. Y vi al repartidor -increíble exactitud la mía- aún en las casas vecinas, dejando periódicos. Me restregué los ojos y decidí esperar a que dejara el periódico que me tocaba para observar su reacción ante la nota. Demoró pocos minutos. En realidad, los sentí eternos. Hasta que apareció apoyando su bicicleta en el poste que está frente al edificio. Sacó del montón de periódicos que tenía amarrados el mío. Lo hizo atravesar los barrotes de la reja y, cuando estaba dispuesto a soltarlo, con medio brazo dentro, se detuvo. La visera de su gorro apuntaba hacia la nota. La estaba leyendo. Esperé una reacción, que se rascara la cabeza, que se reacomodara el gorro pensando, preocupado, qué había pasado con esa revista. O, quizás, que la buscara apremiado entre los diarios que tenía en la bicicleta. Pero no. Leyó durante los segundos previstos y luego la visera retomó la dirección anterior para aventar el periódico lo más lejos que pudo. Después, se subió a su bicicleta y prosiguió su camino.

Ahora no sé qué hacer. Espero con poca fe que, en el periódico de hoy martes, el repartidor haya puesto la revista, o que los del primer piso, luego de leerla, toda manoseada, la hayan colocado donde, por lo general, cae el diario cuando lo dejan, aunque esto último no pasó ni domingo ni lunes. No sé, en verdad que no. Aunque... alguna pista tiene que haber. Alguna.

22.4.06

Cristo hombre


Vi anoche, después de años, La última tentación de Cristo de Martin Scorcese en el cable, y me animó a escribir algo aquí, lugar tan abandonado, ya cubierto de polvo, pero jamás olvidado. Verla trajo a mi memoria todo el "escándalo" que significó su estreno en Lima, atrasadísimo de paso ya que se filmó en 1988 y llegó unos diez años después, aproximadamente, no recuerdo con exactitud. Sobretodo, se me refrescan los incidentes en el cine El Pacífico, si no me equivoco el único que la proyectó. Gaseosas y palomitas de maíz volando rumbo a la pantalla en respuesta a lo que algunos consideraban un insulto, el peor de los agravios, un imperdonable acto de profanación del más sagrado personaje del cristianismo. No fui testigo de los hechos, pero sí se comentaron mucho. Es más, el día que la fui a ver, en previsión de que se pudiesen repetir ese tipo de expresiones de rechazo, miembros de seguridad registraban a cada espectador que ingresaba a la sala, impidiéndose también el consumo de las mentadas gaseosas y canchita, sólo para los que iban a ver La última tentación -esto último espero no sea invento mío, pero creo que sucedió así, en todo caso le preguntaré a Ella, que fue conmigo a verla a pesar de su miedo y su cucufato respeto católico-.

¿Y todo por qué? Porque el Jesús de Scorcese y Kazantzakis -autor del libro en el que se basa la película- aparecía haciendo el amor con María Magdalena -y ojo que no digo teniendo sexo solamente, porque lo que había ahí, por encima de todo, era amor-.

Estoy segurísimo que ninguno de los que rechazaron, y rechazan aún hoy, la película se tomaron el tiempo de verla completa o de analizarla, de encontrar en ella lo que verdaderamente era, un film profundamente cristiano. Porque en ella vemos a un Jesús que duda, que sufre porque no sabe qué hacer ante el llamado de dios que lo atormenta mañana, tarde y noche, y que en su temor se dedica a fabricar las cruces con las que los romanos ejecutan a los profetas judíos, a los hombres de dios, para que éste lo odie y lo deje libre, pero que termina aceptando su misión sin perder del todo el miedo y la inseguridad. Un Jesús humano, un Jesús cercano, y aún así el hijo de dios en la tierra, capaz de hacer milagros, de sacarse el corazón y mostrarlo a sus discípulos, un hijo capaz de amar a su padre tanto como al resto de humanos, razón estos últimos de su existencia.

Ninguno de sus detractores vio eso, actuando como fundamentalistas fanáticos. ¿Acaso no se daban cuenta que las escenas que los escandalizaban correspondían a una última prueba, una perfecta fantasía creada por Lucifer para engañar al hijo del hombre y hacerlo desistir a última hora de su gran misión, la última tentación del título? ¿Les fue tan difícil verla así? ¿Merece una escena de amor ser tan vilipendiada, odiada y atacada?

Mención aparte para el personaje de Judas, tan de moda hoy en día, como el verdadero empuje y soporte de la misión de Jesús, a quien tanto amó y que termina convirtiéndose en una suerte de reflejo del mesías, un rebelde en todo el sentido de la palabra, comprometido hasta el tuétano con la causa, capaz de asesinar en nombre de dios, pero que comprende finalmente la verdadera misión de Jesús al punto de aceptar ser él quien se encargue de entregarlo. Otro gran sacrificado, otro cordero.

Es imprescindible. Lean aquí, aquí y aquí otras opiniones y datos.

9.4.06

Taquicardia boy

Las elecciones son hoy y yo, los domingos, juego fulbito. Así que para que esta fecha cívica no se convirtiera en un completo desperdicio, la gente acordó que jugáramos ayer. 5 p.m., hora exacta dijeron. Recién empezamos a las 6.

Yo tenía algo de fastidio con eso porque, a las 6, el sol ya casi está escondido. Yo uso lentes, anteojos, y me los quito para poder jugar. Pero así, con la luz del día, puedo ver muy bien. Sin ella, todo es un distorsión, borrón, nadie tiene rostro, la pelota es una mancha blanca que va de un lado a otro. Había luz artificial, pero sólo empezó a funcionar una hora después de empezar y, una vez encendida, hizo mínima diferencia.

La cosa fue que, a pesar de todo, no jugué mal. Marqué bien, corrí duro, metí un golazo. Me sentía fuerte y energético, me sentía bien. Hasta que, en una jugada esforzada, de pronto, mi corazón cambió de ritmo, empezó a galopar pero con un latido acentuado, apurado y excéntrico. Se quería salir del pecho. Tuve que casi parar, dejar que la pelota pasara por mi lado sin intentar atenazarla. Tuve que evitar dejarme llevar por un incipiente pánico -cuántos han visto así los últimos segundos de su vida-. Hasta que mi corazón retomó a su percusión original. De un momento a otro también.

Ya no pude seguir jugando igual. Trotaba con miedo. Pedía balones sin convicción. La diversión había terminado. Yo sólo quería volver a casa. Y es que fue algo nuevo. Ya me había acostumbrado a las arritmias, y ahora estas aparentes taquicardias quieren también un poquito de comprensión de mi parte. Váyanse al cacho. Amor-odio. Supongo que, si vuelven a aparecer, también me acostumbraré. Corazón maldito, ojalá fueras de piedra. Déjame tranquilo. No me des sustos, no me trates así. Ay, corazón, mi corazón.